RETAZOS...Y OTRAS COSAS



HE AQUÍ UNA PEQUEÑA RECOPILACIÓN DE TESTIMONIOS DE PADRES E HIJOS QUE DE CUALQUIER FORMA CONVIVEN CON LA DIABETES. ES INTERESANTE VER CÓMO DEPENDIENDO DE QUIÉN HABLA EL PUNTO DE VISTA CAMBIA RADICALMENTE.








Desde que mi pequeña debutó he ido escribiendo mis pensamientos (soy una escritora frustrada y con muy poco talento, todo hay que decirlo).

Hoy, revolviendo entre la documentación que acumulo, me he encontrado con esto que escribí una de las noches que estuvo ingresada. Es parte de un proyecto que no llegará a ver la luz, seguramente...
Pero bueno ¡ahí va!

LA DIABETES Y EL MAR

"Imagínate una playa muy larga donde el mar lame cadencionsamente la fina arena que pisamos al caminar. A lo lejos un acantilado hacia el que, sin dar mucha importancia, caminamos despacio, sin disfrutar de forma consciente del paseo que vamos dando, ni de las olas mansas que de en cuando mojan nuestros pies en una suave caricia, ni de la fina arena que pisamos. A mi lado camina mi pequeña que, seguramente menos distraído que yo, juega, corre, entra y sale del agua inofensiva para de vez en cuando darme su mano y volver a soltarse para recoger una piedra o una concha hermosa que el mar ha depositado en la orilla.

Caminas y caminas preocupada por tus pequeñas miserias sin valorar lo que te rodea, la paz, la presencia alegre de tu pequeño feliz disfrutando de ese día  la caricia suave del sol, acercándonos de forma inexorable hacia el acantilado.

Sin saber muy bien como has llegado a las primeras piedras, que al principio hacen más difícil la marcha, contra las que el agua empieza a golpear con más fuerza. Ya no hay hermosas conchas que recoger y los pies se deslizan fácilmente entre los limos que se acumulan.

La pequeña ha decidido que la aventura ya no le gusta y decidís regresar, pero el camino desaparece bajo la subida de la marea. Aislados, en medio de las rocas, el embate de las olas es ahora más fuerte a vuestros pies y de forma inconsciente os habéis ido acercando el uno al otro en un abrazo, buscando una salida que no encontráis.

Así nos ha golpeado la diabetes, sin saber cómo, en medio de una tranquilidad que no hemos sabido valorar pero que sirve para unirnos más en el dolor, conscientes de que, a pesar del oleaje, hay una puerta abierta a la esperanza que hemos de franquear juntas.

Porque, a partir de ese momento, el abrazo que nos ha unido firmemente en esta situación, ya será para siempre. La diabetes nos ha acercado más y para toda la vida.

Y, sin embargo, el sol sigue luciendo y a lo lejos la playa y el mar continúan encontrandose en su suave cadencia. La vida sigue igual para todos los que lo disfrutan.

No queda más salida que esperar a que la marea baje y, con los pies heridos, volver sobre nuestros pasos, doloridos y valorando (ahora sí) la paz que nos rodea, con la seguridad en la cara de tu pequeña herida que ha aprendido que las heridas de sus pies dejarán  cicatrices para toda su vida, pero tranquilo en los brazos que le mecen con todo el amor, que le sostienen en un intento de que su dolor sea también el tuyo y con la tranquilidad de que en su cruzada no está sólo, que el abrazo de una madre le acompaña y le acompañará siempre que lo necesite.

Mientras, a lo lejos, la gente ajena a lo que acaba de ocurrir sigue su vida, confiadamente..."



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